10 de enero de 2006

La Reestructuración: una Técnica Terapéutica Dentro de la Paradoja Sistémica

Por Priscilla Valenzuela
Psykhê Centro de Investigaciones

La paradoja se ha definido como “una contradicción que resulta de una deducción correcta a partir de premisas congruentes” (Watzlawick, Helmick & Jackson, 1983, p. 173). Esto es, la emisión de dos mensajes simultáneos que resultan ser incompatibles entre sí. El uso de estas técnicas en psicoterapia abre las puertas a un gran repertorio para trabajar con las familias en terapia familiar, en distintas situaciones, permitiendo que éstas sean capaces de, poco a poco, ir redefiniendo su homeostasis y formular un nuevo equilibrio que parte desde ella misma (Valenzuela, 2005, 26 de diciembre).

Watzlawick et al. (1983) y Selvini, Boscolo, Cecchin y Prata (1986) son quienes más han trabajado y definido las técnicas paradójicas en psicoterapia. De acuerdo con ellos, estas técnicas se dividen en: a) reestructuración, b) prescripción, y c) restricción. Es este artículo presentaremos la reestructuración, dejando la prescripción y la restricción para uno posterior.

Watzlawick (1980) expresa que la reestructuración consiste en que el terapeuta familiar dé a una determinada situación un sentido nuevo, o incluso más convincente del que ha venido dando hasta ahora el paciente. Por ejemplo: un niño que tiene la costumbre de chuparse el dedo pulgar de la mano derecha sólo cambia a otro dedo si no puede chuparse éste por la razón que fuera. Una intervención eficaz, en la que intervienen la prescripción del síntoma y la reestructuración, consiste en que, en presencia de su madre, se le explique, con un lenguaje claro y persuasivo, que vivimos en una democracia en que todos tenemos los mismos derechos y que, por tanto, no es posible chuparse un solo dedo, en perjuicio de los nueve restantes. En lo adelante deberá chuparse también los otros dedos, y todos por el mismo espacio de tiempo; si es preciso la madre deberá vigilar con reloj en mano, para que a cada dedo se le conceda el mismo espacio de tiempo. Lo que hasta ahora era una conducta placentera, que reportaba la ventaja adicional de que los padres nada podían hacer contra ella, toma ahora el aire de un deber, cuyo cumplimiento de pronto se convierte en una carga. (Watzlawick, 1980)

La reestructuración le permite al niño chuparse todos los dedos por poco tiempo o renunciar totalmente a esta costumbre, además de bloquear los anteriores intentos de los padres de modificar la conducta de chuparse los dedos.

Entre los distintos tipos de intervenciones reestructurantes tenemos: a) intervención en las pautas transacionales, b) intensificación del estrés, c) reencuadrar, e d) ilusión de alternativas.

Intervención en las Pautas Transacionales

Cuando el terapeuta interviene en las pautas transaccionales está modificando la forma en que la familia se comporta normalmente. Para lograr reestructurar estas pautas el terapeuta actuara con la familia en lugar de describir qué hacer.

El terapeuta dará instrucciones como “habla con tu madre acerca de lo que te molesta”. Puede insistir para que 1as personas hablen entre sí; puede evitar mirar a alguien, clavando su mirada en un objeto o puede negarse a responder cuando se dirigen a él, señalando simplemente a otro miembro de la familia con un gesto. Este tipo de técnicas minimiza la tendencia de la familia a centralizar en el terapeuta la solución de los problemas y ayuda a los miembros de la familia a experimentar sus propias transacciones con una mayor conciencia. Desde el punto de vista del terapeuta, también lo ayuda a ver como los miembros de la familia se comportan unos con otros. (Minuchin & Fishman, 1992)

Intensificación del Estrés

Las familias que acuden a tratamiento han desarrollado habitualmente pautas transaccionales disfuncionales para enfrentarse al estrés. El paciente identificado se encuentra en el centro de estas pautas. A menudo la familia es poco flexible, incapaz de recurrir a formas de relación diferentes. La habilidad del terapeuta para producir stress en diferentes partes del sistema familiar le proporcionará a él, y en algunos casos a los propios miembros de la familia, un indicio acerca de la capacidad de la familia para reestructurarse cuando las circunstancias cambian. (Cibanal, s.f.)

Existen dos formas de producir estrés en la sesión: a) obstruyendo el flujo de comunicación y b) aliándose, temporalmente, con un miembro.

Una maniobra a la que el terapeuta puede recurrir para producir estrés consiste en obstruir el flujo de comunicación a lo largo de sus canales habituales (e.g., que el hermano menor pida los permisos a los padres a través del hermano mayor). Otra forma de provocar estrés es aliándose de forma temporal a un miembro o subsistema de la familia. Este tipo de técnica requiere del terapeuta una cuidadosa planificación y la habilidad para desligarse de tal modo que no sea absorbido por los conflictos familiares. El objetivo último del terapeuta consiste en beneficiar a la totalidad de la familia, y la familia debe percibir en todo momento que el terapeuta está aliado a toda la familia en el sistema terapéutico (Cibanal, s.f.; Minuchin & Fishman, 1992).

A través de la intervención paradójica de intensificación el terapeuta le pide al paciente que se concentre en su síntoma o problema conductual a través del aumento de la intensificación y frecuencia del incidente (Selvini et al., 1986). Al paciente usualmente se le da una explicación racional de porqué él debe intensificar la conducta indeseada. La explicación es usada como una forma de redefinir el problema de tal manera que el paciente verá alguna discrepancia en la credibilidad de la advertencia del terapeuta. Por ejemplo, un paciente que dice que no tiene control de su ansiedad cuando está ansioso en la noche, antes de irse a acostar; se le dará el mandato de estar ansioso en diversos momentos a través del día y por igual en la noche. La explicación para esta intensificación es que en el orden que pueda ejercer control para llevar a cabo el mandato, aprenderá a leer el inicio de los síntomas. (Brown & Slee, 1986)

Reencuadrar

Cuando vamos a trabajar con una familia en psicoterapia escuchamos el problema que plantean, quién presenta el síntoma y vamos reencuadrando el contexto de forma tal que la familia sea capaz de tener otra visión del problema. Reencuadrar significa cambiar el propio marco conceptual o emocional, en el cual se experimenta una situación, y situarla dentro de otra estructura. Lo que cambia, a resultas del reencuadre, es el sentido atribuido a la situación y no los hechos concretos correspondientes a ésta. (Cibanal, s.f.; Minuchin & Fishman, 1992)

Con el reencuadre lo que buscamos es desplazar el problema del marco sintomático en que la familia lo ha establecido y ponerlo dentro de otro marco más amplio, cambiando la realidad disfuncional.

Watzlawick et al. (1983) comentan el siguiente ejemplo tomado de su labor terapéutica: un sujeto que tartamudeaba ostensiblemente trabajaba como vendedor a domicilio, lo cual había acentuado su preocupación por el defecto del habla. La situación le fue reestructurada del modo siguiente: los vendedores a domicilio son mirados generalmente con desagrado por su habilidoso y adulador modo de intentar convencer a la gente para que adquiera algo que no desea comprar —dijo el terapeuta—. Los vendedores pronuncian ininterrumpidos discursos ponderando sus productos, mas ¿no resulta enojoso estar expuesto a tan insistente y pesado aluvión de palabras? —continuó—. Por otra parte ¿no es cierto que la gente escucha con atención y paciencia a quien padece un defecto de dicción como usted? ¿Sería usted capaz de imaginar la increíble diferencia existente entre la charla apresurada, torrencial, que emplean habitualmente los vendedores, y el modo como tendría que hablar usted en la misma situación? ¿Se le había ocurrido pensar la insólita ventaja que podía suponer su defecto de palabra en este trabajo?—concluyó el terapeuta—. El sujeto comenzó a considerar su problema desde un punto de vista totalmente nuevo. La situación real no ha cambiado, sin embargo, la visión que ahora tiene el sujeto de su defecto del habla ha variado: lo que antes veía como negativo se ha convertido ahora en una ventaja para su trabajo.



Ilusión de Alternativas

El término de ilusión de alternativas fue usado por primera vez por Weakland y Jackson (como se cita en Watzlawick et al., 1983). Ellos observaron que los esquizofrénicos, al tratar de hacer una elección acertada entre dos alternativas, enfrentan un dilema típico: debido a la naturaleza de la situación comunicacional, no pueden tomar una decisión acertada; ambas alternativas son parte integral de un doble vínculo (i.e., cuando se dan dos mensajes contradictorios al mismo tiempo, a través del lenguaje verbal y no verbal, y la persona que recibe el mensaje no puede hablar con el emisor sobre la contradicción del mensaje) y en consecuencia, el paciente pierde si lo hace y pierde si no lo hace (Watzlawick et al., 1983).

En la ilusión de alternativas se da una presión para elegir entre dos opciones, pero se trata de una elección que, o bien es ilusoria porque ninguna de las dos es adecuada, o por cuales quiera otras razones es imposible en la práctica. (Watzlawick et al., 1983)
Laing (citado por Watzlawick, 1980) relata el siguiente diálogo mantenido por una madre y su hija esquizofrénica, en el curso de una sesión de terapia familiar:






Madre: No estoy enfadada porque hables así. Sé que realmente no piensas lo que
dices.
Hija: Pero sí que lo pienso.
Madre: Pero querida, sé que no piensas
tal cosa. No puedes valerte por ti misma.
Hija: Puedo valerme por mí
misma.
Madre: No, querida, yo sé que no puedes, porque estás enferma. Si
olvidara por un momento que estás enferma, me enfadaría mucho contigo. (pp. 96-97)



Tal como la madre contempla el comportamiento de su hija, a ésta sólo le quedan dos alternativas: demencia o insolencia.



En las perturbaciones de la interacción familiar puede comprobarse a menudo que los padres esperan que su hijo (o su hija) actúe con independencia y comiencen a vivir su propia vida, pero de otra parte, cada paso del hijo en esta dirección es interpretado como ingratitud, falta de amor y hasta traición. Entonces, tanto si el hijo sigue dependiendo de los padres como si intenta distanciarse de ellos, nunca hace nada bien y es siempre un mal hijo. (Watzlawick, 1980)





Podemos emplear la ilusión de alternativas con fines terapéuticos cuando pedimos al paciente que elija entre dos posibilidades que no son en realidad contrapuestas sino que, a pesar de su supuesta oposición, sólo presentan un polo de una pareja opuesta. Erickson (como se cita en Watzlawick, 1980) cuenta el siguiente ejemplo:


desde niño tuvo que ayudar a su padre en los trabajos de la granja y muchas
veces su padre creaba una ilusión de alternativas, dejándole, por ejemplo,
elegir “libremente” entre dar de comer primero a los cerdos o a las gallinas. La
ilusión de alternativas se oculta aquí bajo la pequeña e inocente palabra
“primero”, la elección no consistía, pues, en sí él quería o no echar de comer a
los animales tal alternativa no entraba en cuestión y, por tanto, ni siquiera se
mencionaba sino sólo cuál de los trabajos prefería hacer primero. (p. 100)

La reestructuración ayuda al paciente a salir de un círculo vicioso o de la seguridad que da su síntoma a la homeostasis familiar, logrando, con esto, formular un nuevo equilibrio en la dinámica de la familia y de su vida.


Referencias

Brown, J. & Slee, P. (1986). Paradoxical strategies, the ethics of intervention [Versión electrónica]. Professional Psychology: Research and Practice, 17, 487-491.

Cibanal, L. (s.f.). Introducción a la sistémica y terapia familiar. Recuperado el 8 de junio de 2005, de http://penso.wanadoo.es/nicanorap/apunt_terap_famil_7.htm.

Minuchin, S. & Fishman, H. C. (1992). Técnicas de terapia familiar. Barcelona.: Paidos.

Selvini, M. Boscolo, L. Cecchin, G. & Prata, G. (1986). Paradoja y contraparadoja: un nuevo modelo en la terapia familiar de transacción esquizofrenica. Barcelona.: Paidos.

Valenzuela, P. (2005, 26 de diciembre). La comunicación paradójica. Logos Psykhê, 1(7). Recuperado el 9 de enero de 2006, de http://psykhe.org/logospsykhe/051226a.htm

Watzlawick, P. (1980). El lenguaje del cambio. Barcelona.: Herder.

Watzlawick, P. Helmick J. & Jackson, D. (1983) Teoría de la comunicación humana. Barcelona. Herder.

1 comentario:

  1. me gusto, ya que estudio psicologia, me es util su informacion.
    gracias

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